Llegando a la cumbre del Monte Taranaki

Después de hacer el Pouakai Circuit y ver la maravillosa vista de el Monte Taranaki durante un par de días, estaba más motivada que nunca a llegar a su cumbre. Con sus 2,518 m. se impone sobre el paisaje de la isla norte de Nueva Zelanda y un dato interesante es que por su forma similar al Monte Fuji en Japón, fue usado como su imagen en la película en The Last Samurai con Tom Cruise.

Su nombre proviene del Māori «tara» que significa cima de la montaña y «ngaki» brillante y se refiere a la nieve que se posa en su cumbre. También es conocido como Monte Egmont en referencia al parque nacional donde reside pero este nombre fue reemplazado en los mapas por Taranaki en el año 1986.

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Algo que me encanta de Nueva Zelanda es su folklore y por esto las montañas son tratadas como seres vivos y cada una tiene su propia historia. Cuenta la leyenda Māori que el monte Taranaki vivía en paz en el centro de la Isla Norte junto a los volcanes Tongariro, Ngauruhoe, and Ruapehu. Pihanga la única montaña mujer era codiciada por todos y finalmente Tongariro ganó su afecto en una batalla campal y al casarse con Pihanga obligó a Taranaki a huir hasta donde se encuentra actualmente. Cuando su cumbre se nubla se dice que llora por su amor perdido y en cambio cuando muestra sus espectaculares amaneceres se está luciendo hacia ella. También cuenta la leyenda que cuando Tongariro entra en erupción, es una señal de advertencia para que Taranaki no vuelva nunca más.

Su cumbre tiene acceso por el mismo lugar donde comienza el Pouakai Circuit, en la oficina del DOC (Department of Conservation) y se empieza a caminar por un camino de autos por 1 hr hasta llegar a Tahurangi Lodge, un refugio privado. Esta sección es la parte «sencilla» del camino. Me senté un rato a comer una barrita de cereal cuando empecé a hablar con una chica de Estados Unidos que me contó que esta sería su primera ascensión a una montaña y que no podía esperar para llegar a la cumbre. Nos tomamos un par de fotos y seguimos caminando. Acá empieza una subida empinada de piedras sueltas que si no tenías bastones de trekking, dabas un paso adelante y luego te resbalabas dos hacia atrás. La mayoría de las personas que se estaban subiendo no tenían bastones y varios recurrieron a subir en cuatro patas para no resbalarse tanto. Yo y mis bastones empezamos a pasar a casi todas las personas pero no quiere decir que no fue una subida extenuante así que recomiendo tener bastones para ascender este volcán en verano y en la temporada de invierno, cuando se cubre en su enteridad con nieve se sube con crampones y piolet.

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El refugio Tahurangi Lodge

La siguiente sección del camino se llama «The Lizard» porque es una escalada de rocas bastante empinada así que andas escalando en cuatro tal cual como una lagartija y me encantan estas pasadas porque es como un juego de tetris donde tienes que decidir donde poner tus manos y pies así que no se vuelve tedioso. Luego de esta pasada llegas al cráter del volcán que a pesar de haberlo subido en verano estaba completamente cubierto en nieve lo cual fue una agradable sorpresa y con la nieve hasta los talones puedes ver a la distancia el camino hasta la cumbre.

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Esta montaña al igual que el Monte Ngauruhoe y Ruapehu son sagradas para la cultura Māori así que tocar la cumbre es literalmente pararse en la cabeza de sus ancestros lo cual obviamente es considerado ofensivo entonces mientras que estas montañas se van haciendo más turísticas es importante no sólo cuidarlas no dejando rastro pero también entender su significado cultural y respetarlo.

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Vista desde la cumbre

Si el día está despejado desde la cumbre se puede ver a Ngauruhoe lo cual hace que valga la pena subir sólo para ver este espectáculo. Lo que hace a Taranaki la segunda montaña más peligrosa de Nueva Zelanda, además de la gran cantidad de personas que la suben lo que aumenta los riesgos es que el clima puede cambiar drásticamente en minutos entonces mientras iba subiendo el día estaba despejado con un cielo azul y al estar un par de minutos en la cumbre se nubló completamente lo cual impedía visualizar el camino de regreso así que era hora de emprender la bajada la que como siempre es más rápida que la subida y especialmente la parte de rocas sueltas porque simplemente te deslizas para abajo. Luego de un par de horas llegué de nuevo a la oficina del DOC donde Sydney me estaba esperando y volvimos al mismo camping de la noche anterior y al día siguiente retomamos la carretera hacia el Parque Nacional Tongariro el lugar que se convertiría en mi hogar por los siguientes 4 meses y medio,

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